sábado, 22 de diciembre de 2007

CUENTO DE NAVIDAD

La ciudad se ha vestido con el manto blanco de la nieve, adornada de luces de colores y guirnaldas, suenan los villancicos anunciando las navidades; el bullicio de la gente desaparece con la llegada de esta fría noche, la luz de la luna ahora alumbra las calles nevadas de la ciudad, y otros lugares donde la vida se desliza en silencio. En el banco de una plaza Raimundo el cartones, se dispone a pasar la noche envuelto entre viejas mantas y unos pocos cartones, en su viejo banco donde a dormido los últimos cinco años espera la llegada de un nuevo sueño, mientras mira el techo estrellado que se muestra especialmente hermoso; un olor llega a su sensible olfato, un olor a buñuelos de viento que le recuerdan lo poco que a comido hoy , trasportandole en el tiempo, recordando que una vez tuvo madre, sintiendo añoranza de esos días en los que ella se los preparaba, aquellos días en los que la vida no le aplastaba y feliz se sentía cobijado, por los seres que le querían; el frío se cala en sus huesos y aprieta la manta con fuerza contra su cuerpo luchando por tener un poco mas de calor, recuerda de nuevo que una vez tuvo un hogar, el calor de una familia, de la mujer a la que quería, recuerda y añora aquellos momentos en los que sintió el abrazo del amor y la compañía, ahora siente hasta su alma fría y recuerda como se derrumbo un día su vida, como perdió aquello que tenia, como el miedo lo envolvió todo, después la desesperación, y como huyo de la vida, recuerda que cogió la mas fácil de las salidas y ahora ve su vida tan perdida y sin saber como escapar de esa misera situación a la que ha llegado, pues ahora se ve en el fondo del abismo al que cayó y solo le queda el instinto de supervivencia y el miedo a no saber morir, vaga por la vida sin saber como vivir, clamando una ayuda al cielo que nunca llega.
Sus ojos se han cerrado por fin, ya estaba cansado, todo el miedo se ha marchado, todo el frío, el dolor atrás se a quedado, al fin a llegado la tan ansiada calma, siente por fin la paz del que termina, hoy a otro mundo a viajado pues la muerte se lo a llevado. Van llegando los rayos del sol, la vida de nuevo va despertando, entre notas de villancicos que anuncian que la navidad a llegado. Fin

3 comentarios:

Lylbathy dijo...

Buena luna, hombre libre, creador de sueños y escritor de palabras que se deberían extender a más de una mente, para que pudieran ver con tus ojos. No todos los cuentos tienen un final feliz, por desgracia pues la vida no sonríe a tod@s por igual. Mi alma, aunque pertenezca a las tinieblas y quiera vagar por ella, sigue viendo la luz, mi corazón no es tan helado como el de aquellos human@s que se ponen vendas para no ver más allá de sus narices, venda que no les deja ver a su alrededor, que solamente caminan por los demás estos días y yo me pregunto ¿dónde se esconderán los demás días del año? Hay mucha gente que, aunque sea en sueños blancos, oscuros o de cualquier otro color ve más allá, ve otros mundos como un sabio me dijo anteriormente, ve que en este mundo no estamos solos, que hay alguien más o algo más. Para tu vagabundo dejo mis rosas negras hoy para que le acompañen en su viaje pues siempre que hay una muerte una vida vuelve a nacer, un nuevo camino, y quizás en la más hermosa estrella del universo, o en el árbol más poderoso. sigo llorando, sonriendo, pero sobretodo luchando por muy perdidas que sean las causas. Para ti besos con algunas gotas de sangre y la rosa que nace,crece y muere día tras día en mi alma.

Lylbathy dijo...

Por cierto, tu cuento también me gustó, soy una fiel lectora y no dejo de empaparme con todos pues con cada uno se aprende algún valor, tan perdidos hoy en día y que tanto nos cuesta levantar. Gracias por tus palabras y por expresar tu fantasía a través del mejor método, el de los cuentos.

Comisario Bordelli dijo...

Navidad, época de excesos, donde todo se magnifica.

Quien más quien menos se ve obligado a ser feliz y seguir unos parámetros establecidos por la misma sociedad, máquina incansable, que dicta lo que es normal y lo que no lo es, lo que debe hacerse y cuándo se debe hacer.

Hay que abstraerse de ello, seguir cada cual su propio camino y no dejarse envolver por el vendaval de la forzada felicidad, del "todo el mundo es bueno" que parece ser la consigna en estas fechas.

"El cartones" descansa por fín y no lo hace, precisamente, porque todo el mundo sea bueno. Lo hace a pesar de todo el mundo.

Felices fiestas, "cartones".