lunes, 7 de enero de 2008

El coleccionista

Alex el pintas, había nacido con la fortuna de la mano, rico, atractivo, dotado de un extraño magnetismo que atraía a todos los que le rodeaban, pasaba su existencia consiguiendo todo aquello que quería. Un día conoció a María, enseguida quedo fascinado por su mirada felina que emanaba sensualidad, su piel canela y aterciopelada, y sus suaves rasgos le daban una fragilidad que se contradecía con la pasión de sus movimientos. Alex intento que María callera en sus brazos, pero solo obtuvo un rotundo rechazo; lo que le sorprendido por un instante debido a la falta de costumbre a que alguien no accediera a sus propósitos, aun así se había propuesto que seria suya y con la capacidad de aquel que lo tiene todo, siguió insistiendo y agasajandola, después de unas cuantas copas y un recital de diferentes poetas, consiguió que María cenara con el esa noche en la habitación de su hotel.
La luz de la bombilla dejo paso al resplandor de las velas que ahora iluminaban todo adornando las paredes de tenue luz , de fondo la música surgía en una suave danza que impulsaba a los corazones a latir, agitando las almas inquietas que se llenaban de sensualidad, en un ambiente que embrujaba, preparando la trampa cual tela de araña, después de una exquisita cena y un pegajoso y lento baile, donde los cuerpos atenazados contenían aun su pasión. Seguro ya de su éxito, empezó a pensar que es lo que se quedaría esta vez de su nueva conquista, sabia que no seria fácil elegir y que tendría un lugar de privilegio entre las pertenencias de su colección, muchas habían sido sus conquistas y muchos los objetos y prendas que de cada una se había quedado, eso provoco que aun la deseara mas, desatado el deseo los cuerpos obtuvieron el placer que buscaban, desterrando la razón y liberando la naturaleza con desenfreno; María encendió aun mas la llama atándole las manos a la cama, sus ojos idos por el placer mientras cabalgaba mostraron la locura a Alex justo antes de que la almohada le pribara de toda luz y extinguiera el aire de sus pulmones. Antes de marcharse de la habitación y desaparecer María miro el cuerpo inerte una ultima vez y dijo: " intente evitarlo, pero tu tuviste que insistir". Nadie supo mas de aquella mujer ni si realmente se llamaba María.

1 comentario:

Lylbathy dijo...

Terrorífica historia con buen final, el deseo de poder y de posesión acarrea graves consecuencias. Se hubiese conformado con lo que ella le ofrecía y no hubiese tentado a la suerte por la supremacia de poder. El deseo es algo fugaz, pero cuando una hoguera de amor se desata por mucho que se extinga siempre quedan rescoldos. Saludos desde los infiernos y una rosa negra.