viernes, 23 de noviembre de 2007

LA ALDEA

Voy a contaros una historia que ocurrió un día de abril cuando una expedición científica recorría la selva del amazonas, cumplido su objetivo, haber dado caza a una nueva especie de mono se disponían a volver a casa, a paso lento y enfila india. El ultimo de la fila era Edward, un inexperto e ingenuo en tareas de esploracion pero eminente científico en biología, prepotente y autosuficiente en toda su ignorancia, había hecho insoportable su presencia con el resto del grupo; así había terminado en el ultimo lugar de esa larga hilera de gente, obligado por los demás a guardar silencio y ocupar esa posición en la que podría no meter mas la pata.
Después de horas andando, y aburrido, Edward advirtió a su derecha la presencia de una extraña mariposa, concentrando su atención en ella e intentando darle caza mientras se alejaba del grupo, al poco se dio cuenta de su nueva realidad, se había perdido, desesperado al darse cuenta percibió la inmensidad de la selva que le ahogaba ahora atemorizado, un ruido detrás de la maleza acentuó su pánico, de repente de la maleza surgieron dos ojos que se fijaron en el, de la nada aparecieron un grupo de indígenas que lo rodearon, uno de ellos se acerco a Edward y lo miro de arriba abajo, lo examino por todos lados, después sonriendo y atraves de señas le indico que les siguiera, así llegaron a la aldea donde fue agasajado con un gran recibimiento.
En los primeros días pensó en escapar pero cada intento era frustado por los mejores cuidados de las aldeanas que lo mimaban y agasajaban con los mas deliciosos manjares, tratándole a cuerpo de rey pronto desistió de intentar huir y empezó a sentirse importante y pesado por los cuidados recibidos y el aumento de los kilos, cautivado por el placer de no hacer nada y tener cuanto deseaba perdió la noción del tiempo; un día toda la aldea se vistió con las mejores alajas, era un día especial todos entonaban cánticos, Edward fue lavado y engalanado para la ocasión, su color rosado y sus tiernas carnes destacaban ante las pocas vestimentas de hierbas que le habían puesto, al ver que le subían a una especie de trono al que le aseguraron con cuerdas y lo alzaron, comprendio que la fiesta era en su honor y se sintió importante, mas importante que nunca, el mundo por un instante se ponía a sus pies, un instante que paso en segundos de la prepotencia mas absoluta al pánico mas aterrador, cuando al pasar por lo que parecía un corral, vio a un cerdo salvaje al que mimaban y cuidaban con todo su cariño; al verse reflejado comprendio cual era su destino en la aldea y su papel en este día tan importante para el que le habían cebado, su gloria era la de ser el manjar que con tanto cuidado habían criado. FIN.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jejejeje... hay mucho ignorante por ahí suelto e inmerso en su prepotencia que no sabe ver más allá.
¡¡Pobres "Edwards" del mundo!!

Un beso.

Patri.

Patricia dijo...

A ver ahora....

Anónimo dijo...

hola muy buenas noches..ya veo que has estado ocupado por aqui..jaja..me ha recordado esta historia a mi infancia en la que disfrutaba como una enanilla que era de las peliculas de exploradores que daban en la sobremesa..-el doctor livinstong..supongo-..una escena similar le sucedia a Quatermain" en las minas del rey salomon..
saludos a las demas visitas..un abrazo enorme para ti amigo mio..
mil besitos felinos..
miau